Rosa: para imprimir
Vivimos
en una cuidad en el país de México. Mi hijo, que tiene anorexia es el mas
pequeño de la casa, tiene un hermano y una hermana que son 8 y 10 años mas
grandes respectivamente.
El
fue un niño bastante gordito, pero muy sano y feliz. Al llegar a la edad de 11
o 12 años empezó a preocuparse por su físico y empezó a hacer mucho ejercicio y
dejo de comer comida chatarra. Como su hermano mayor había pasado por más o
menos lo mismo a una edad un poco más grande, no me preocupar tanto. Si supiera
entonces lo que conozco ahora…..
Primero
todo mundo preguntaba que estaba yo haciendo para que el bajara así de peso.
Claro que mi respuesta era que yo no estaba haciendo nada, que todo era por su
cuenta. De todas formas le alababan y eso le reesforzaba su determinación para
bajar mas y mas. (Aquí en México la gente es bastante fijada en su físico,
diría yo hasta un poco mas que en los estados unidos, ya que todo marcha un
poco mas atrás aquí y estamos como el los años 80 , cuando la gente todavía no
entendía lo peligroso que es poner tanto enfoque al físico.) Primero se vea
bien y se sentía bien pero luego tomo las cosas demasiado en serio y al cumplir
los 13 años, ya sospechaba que teníamos problemas.
Empezó
a limitar también aparte de cantidad, las cosas que quería comer. Era una dieta
súper Light, toda tenia que ser muy natural. Adiós a las hamburguesas de McDonalds,
pizzas y cualquier postre o dulce. Llego a pesar 39.5 kilos y estar comiendo
alrededor de 1000 calorías al día.
Primero
empezamos el tratamiento con su pediatra pero pronto el entendió que la
situación era mas que una platica de buena alimentación y peso. Juntamente
conmigo emprendemos la tarea de buscar aquí lo “mejorcito” que hay en la
cuidad, que es bastante malo y estoy siendo amable con mis palabras.
Una clínica
donde revuelven niños y casi adultos anoréxicos y/o depresivos juntos. Se entendió
desde un principio que yo “Mama” era la enemiga, aunque no lo decían, son fin y
acabo sicólogos y lo hacen bien. La tirada era meterme miedo, hacerme sentir
tonta y inútil y terminar con encerrarlo, bajo llave, en la clínica, que como
dije, tiene desde edades como el de el en ese tiempo (13) hasta jóvenes de 20
tantos con un sin fin de problemas en un solo lugar.
Algo
en mi sexto sentido de Madre, no me dejo entrar a ese mundo, gracias a Dios que
mi ilumino y hable con mi Madre y cuñada que viven cerca de Chicago.
Ya
bastante entrada a la enfermedad, empecé a llevarlo con una lindisima Doctora
en la Universidad
de Chicago, bajo la dirección del Dr. Le Grange, de quien hablan mucho en este
sitio, ya que es todo una eminencia en el asunto de la anorexia. Nos aceptaron
y empezamos a trabajar en citas un poco diferente como otras personas que viven
mas cerca, pero no hubo opción de viajar más.
De
allí, el tratamiento es tal cual explica en los artículos que tienen aquí en el
sitio de Maudsley Parents, mucho trabajo en equipo de familia y mucho animo
para llevar los hijos adelante.
Estamos
ya a un año de haber empezado el tratamiento. Yo como Madre estoy muy contenta
de haber sido parte de la solución. Mi hijo ya pesa 52 kilos. Tenemos mucho mas
camino para andar antes de decir que este “bien” pero hasta ahora, este
tratamiento ha sido el más acertado.